En 1561, más concretamente en la primavera de ese año, Felipe II comunica que será Madrid la capital del reino. Ya que en aquella época Castilla no tenía un lugar concreto que fuera considerado como capital, por eso al rey le pareció una buena idea Vivir en Madrid.
La itinerancia de este reinado, era habitual en otros países europeos, pero en España en pleno siglo XVI comenzó a resultar incomodo, poco práctico y bastante caro. Había otra ciudad de importancia dentro del reino como era Toledo, pero finalmente fue Madrid la elegida.
Motivos de la elección
El principal motivo, no puede escapársele a nadie era que, al joven rey le gustaba Vivir en Madrid, mucho más que hacerlo en Toledo. Aunque, no existe ningún documento que acredite con datos tal elección, sí se sabe que aquel año, los reyes estaban viviendo en Toledo como durante todo su reinado.
Comentan que, a la reina Isabel de Valois tampoco le gustaba Toledo, en gran medida debido a su clima que era muy caluroso en verano y muy frío durante el invierno.
Además, la situación de Toledo en un alto montañoso, hacía que el rey se quejara constantemente de las dificultades que ello traía, ya que complicaba en exceso, la posibilidad de expandirse según las demandas que la Corte tenía por aquellos años. Unido a que, era muy complicado desplazase por sus calles estrechas y empinadas, vías por las que a menudo tenían que transitar embajadores, noves, notarios y un sinfín de personalidades de la época, algo que avergonzaba al rey.
Otro de los principales problemas con los que contaba la capital toledana era el agua, por eso durante mucho tiempo fue considerada una ciudad sin agua, ya que su río estaba hundido en lo más profundo del valle y era muy complicado llevarlo hasta lo alto de la montaña.
Madrid, en cambio, tenía muchas cosas a su favor como estar en el centro de la Península y el agua corría por ella en abundancia. Además, disponía de un clima muy sano y un aire puro que atrajeron a la reina de inmediato, así como los bosques que la rodeaban y hacían de ella una ciudad rica en caza, madera y frutos.
En los últimos años, la Corte había aumentado en varios miles de personas, motivo que también precipitó la decisión de Vivir en Madrid, ya que se hizo necesaria la existencia de una sede estable que facilitara el movimiento de tantas personas.
Fue así, como Felipe II escogió un lugar donde no encontró ningún tipo de obstáculos a la hora de establecer la capitalidad de Madrid. El 3 de junio de ese año los reyes llegaron a Madrid con todos los miembros de la corte, sin saber estos que la decisión sería definitiva.
