Marta Arespacochaga es una de las artistas de la actual exposición colectiva en Encuentro, La naturaleza del círculo. Su técnica, como ella misma describe, “mezcla lo artesanal, sensorial o ‘dibujístico”. En su obra podemos ver distintos materiales, y técnicas como el collage o la costura. Conozcamos más a esta artista.
¿Cuál crees que es tu punto fuerte en tu trabajo artístico?
Probablemente la combinación de técnicas y la exploración de lenguajes que tradicionalmente han pertenecido al mundo de la costura más artesanal, con el fin de desdibujar la frontera entre ellas.
El trabajo minucioso y los detalles serían algo que podría destacar también. Pienso que es en las pequeñas cosas en las que depositamos los deseos y convicciones más relevantes de nuestra vida. Todos poseemos algo pequeño que significa mucho más que algo objetivamente valioso, y es en su aparente falta de valor donde reside todo su encanto. Por ello también doy espacio al error, a la imperfección en mi trabajo, porque es por esas “grietas” por las que se cuela toda nuestra humanidad.
¿Qué cambiarías en el panorama artístico español?
Creo que más que cambiar cosas específicas del panorama artístico nacional cambiaría la educación para dar a la expresión artística un papel de peso en ella. En los últimos años venimos asistiendo a una disminución vertiginosa de las horas dedicadas en la educación obligatoria a disciplinas tales como expresión plástica, música, baile o dramatización.
La falta de conocimiento básico de estas asignaturas provoca indiferencia e incluso rechazo hacia todo lo que tenga que ver con el mundo del arte. Creo que todos los que hemos dedicado nuestro esfuerzo y dedicación a estudiar alguna de estas disciplinas hemos tenido que enfrentarnos a la situación de explicar “exactamente” lo que hacemos, como si la expresión plástica en cualquiera de sus formas (escultura, dibujo, grabado, pintura…) no fuese una labor lo suficientemente relevante como para apostar por ella; “practícalo como afición” o “déjalo para cuando tengas tiempo” son el pan nuestro de cada día.
Sin embargo, tras haber finalizado la carrera de Bellas Artes y acumular cinco años de experiencia docente de dibujo y pintura con niños me he dado cuenta de que hay una serie de necesidades que el sistema educativo actual centrado en las materias científico-técnicas no cubre. Recibo niños todos los días cuya máxima capacidad es desenvolverse en los límites del papel, que piensan mejor con colores que con palabras, que necesitan usar las manos y la cabeza de manera conjunta, que necesitan un espacio en el que materializar todo aquello que se les pasa por la cabeza. Pintar, dibujar, modelar, son maneras de aproximarse al mundo que nos rodea, vías para entender mejor aquello que tenemos a nuestro alrededor y en nuestras cabezas.
En este mundo obsesionado con las empresas creativas, con las nuevas ideas, y la revolución de los métodos de trabajo pienso que se debería trabajar en las escuelas más la imaginación y la materialización de ideas, más que continuar el eterno debate de cómo se llamará la selectividad el año que viene.
Si alguna vez conseguimos esto los demás cambios necesarios irán encadenados.
Si pudieras elegir, ¿en quién te reencarnarías?
He tenido la suerte de pertenecer a una gran familia en la que han convivido varias generaciones juntas. Hasta los doce años tuve el privilegio de convivir con tres de mis bisabuelas, unas mujeres maravillosas que aun habiendo sobrepasado los cien años me enseñaron lecciones fundamentales para la vida.
No sé si “reencarnación” es el término adecuado, pero siempre he pensado que de alguna manera me gustaría vivir todo lo que ellas vivieron (una guerra civil, el hambre, la vida en los pueblos, la cocina con ingredientes de temporada, las cosas hechas a mano, la paciencia, la fe, el tiempo a su tiempo…) para poder comprenderlas mejor.
Creo que la clave del futuro está en mantener lo valioso del pasado y darle una nueva visón.
¿Cómo llamas a las musas?
Para mí las musas son: un don, trabajo duro, y una manera distinta de mirar las cosas.
El primer término es el más difícil de describir, podríamos sustituirlo por “sensibilidad” a lo mejor. Es ese “algo” que se lleva dentro que conecta con el mismo origen de nuestra humanidad. Tiene que ver con la imaginación, con lo inefable, con el intento de dar respuesta a un deseo de sentido.
El segundo por el contrario es obvio. El trabajo duro permite una exploración ininterrumpida que tiene como objetivo último la expresión de esa “sensibilidad” de la que hablábamos.
Y el último es el que surge de la combinación de los dos anteriores. La pintora Lita Cabellut dice en una entrevista que los artistas no crean nada, simplemente se limitan a cambiar las cosas de sitio. Esto es lo que significa para mí tener “una mirada distinta sobre las cosas”, esa lucidez para ser capaz de establecer relaciones alternativas y mostrar las cosas de otra manera más adecuada con aquello que queremos decir.
Las musas en definitiva son todas las cosas que se nos regalan todos los días: olores, sonidos, colores, rostros, palabras, paisajes, preocupaciones, preguntas… y la misión del artista consiste en hacerlas bailar juntas dando lugar a nuevas coreografías.
¿Cómo definirías tu estilo?
La palabra ecléctico resulta muy acertada para definirme en general y en particular a mi trabajo.
Otros términos como artesanal, sensorial o ‘dibujístico’ podrían completar la descripción. Siempre articuladas en base al lenguaje del dibujo, con mis obras procuro generar una interacción con aquel que la contempla. Evocar recuerdos, sensaciones, hacer aflorar ideas dormidas… La introducción de distintos materiales, técnicas como el collage o la costura pretender ser una vía de conexión con el trabajo manual, los entornos domésticos, la rutina, el día a día, el paso del tiempo…
La reflexión sobre mi propia cotidianidad y algunas referencias literarias como Federico García Lorca y Miguel Delibes o los cuentos tradicionales, son el punto de partida para unas obras que en sí mismas contienen mi visión personal del tiempo. Elaboradas a lo largo de muchas horas de soledad en casa, procuro que destilen esa visión positiva del transcurrir de los acontecimientos, “sin tiempo ni hay historia”, de esa rueda que no para pero que, lejos de robarnos la vida, nos hace avanzar en ella.
Instagram @ehmar_art.