Para empezar a cuidar el planeta no nos hace falta que se pongan de acuerdo en la Cumbre del G20… Al preocuparnos por nuestro entorno más cercano ya estamos dando ejemplo de ciudadanía, solidaridad y conciencia ecológica y sostenible.
¿Y qué hay más cercano que nuestro propio hogar? Vamos allá.
Separa la basura
Sabemos que es una pesadilla, que tener cuatro cubos es muchas veces misión imposible, que tu cocina es pequeña, que da una pereza de muerte… Pero, es un gesto que poco a poco debemos incorporar a nuestra rutina, y te sorprenderás de lo pronto que consigues interiorizarlo. ¿Recuerdas cuando nadie usaba el cinturón de seguridad en el coche? Ahora es algo automático en ti. Pues venga, separa y recicla. El planeta y las generaciones futuras te lo agradecerán.
Olvida el stand by
No sólo porque vas a ahorrar al menos un 20% de energía que se verá reflejado en la factura de la luz, sino porque, además, contribuyes a evitar el efecto invernadero; los aparatos sin apagar emiten un 1% de gases.
Elige tecnología LED
Porque dura más; una bombilla incandescente (o sea normal) dura unas 1.200 horas, mientras que una LED puede durar entre 30.000 y 50.0000 horas. Porque no incluyen metales pesados, como el mercurio o el plomo, en su composición. Y porque no contienen gases tóxicos. Son un poco más caras que las tradicionales, pero merece la pena ese gasto extra.
Ahorra agua
Sí, es un clásico, pero, por desgracia, como todos los clásicos, sigue estando ‘de moda’. Tenemos que asumir que el agua es el nuevo oro: es un bien escaso y no tenemos otra opción que cuidarlo. Por eso, aunque seguro que ya practicas algunas de los consejos que vamos a contarte, no lo tomes como algo baladí. No dejes correr el agua mientras te afeitas, te lavas los dientes, te enjabonas, le lavas el pelo, friegas los platos… Por supuesto, elige ducha en vez de baño, pero tampoco estés demasiado tiempo bajo la ducha. Evita el uso del inodoro como papelera: no tires algodones ni toallitas húmedas ni nada… “extra”.
Equilibra la temperatura ambiente
Así evitarás el abuso energético, es decir, no es sano estar congelado en verano ni en mangas cortas en invierno. Seamos sensatos. La temperatura más razonable para el ser humano en estado de reposo oscila entre 18 y 20 grados; si está trabajando, entre los 15 y los 18 grados. Evita las pérdidas de calor en invierno instalando unos buenos aislantes térmicos; en verano, intenta aprovechar las primeras horas de la mañana para ventilar tu casa, baja las persianas y el toldo en las horas de más calor y vuelve a abrir por la noche.
Consigue un plus con tus electrodomésticos
No sólo ahorrarás dinero, también aportarás tu granito de arena a mejorar el medioambiente. Algunos ejemplos útiles son:
-Si tienes vitro, utiliza recipientes con el fondo difusor grueso, apaga el fuego antes y aprovecha así el calor residual.
-Opta por una lavadora con sensor de carga para ajustar así el consumo de agua y electricidad. Y lava a la menor temperatura posible.
-Mantén la nevera limpia por dentro y por fuera. Es muy aconsejable que limpies la parte posterior al menos 3 veces al año, pues esa suciedad multiplica el gasto. Intenta también dejar enfriar la comida antes de meterla en el frigorífico.
-Intenta poner el lavaplatos cuando esté lleno, limpia el filtro de vez en cuando y equilibra el compartimento de sal y abrillantador.